Invitaciones de muerte en oro - Rachel Bross
Traducido por Celeste Mayorga
Invitaciones de muerte en oro - Rachel Bross
Extracto del libro
Pequeña ciudad en Estados Unidos, 2013:
Podunk High:
En el comedor, una chica se sienta sola sobre un libro en una mesa. Su cabello pelirrojo y desaliñado cae a ambos lados de su cara, impidiéndole ver nada más que su libro.
Una mano pasa las páginas y cierra el libro sobre la mesa.
Las rastas rubias de la chica caen sobre la mesa.
—Nathan, déjame en paz. —Ella lo mira fijamente, haciendo todo lo posible por quitarle el libro de encima.
Nathan se ríe, mirando por encima de ella mientras su pequeño sombrero de copa decorativo cae de su cabeza. Se aleja, soltando el libro de ella, y le da un manotazo al sombrero llevándolo al otro lado de la mesa.
Una masa de rizos cortos y negros bloquea la vista de la chica mientras un chico de piel oscura, con ojos marrones y una fuerte mandíbula con una barba menos que mediocre, se apoya en la mesa a su derecha. Ella resopla.
Sonriendo, el chico se ríe.
—Ups, lo siento, Wonka, quiero decir Wanda─. Diceofreciéndole su mejor y más encantadora sonrisa de dientes blancos.
Wanda pone los ojos en blanco y toma su sombrero.
Una nueva mano lo lanza a través de la mesa hacia Nathan.
—¡Oh, lo siento! Quería tomarlo.—Una pelirroja de pechos grandes se sienta a su izquierda, cubriendo sus labios rojo intenso con la punta de los dedos.
Wanda vuelve a poner los ojos en blanco, aferrándose a su libro, acercándoselo más.
—Por favor, dejadme en paz.—Sus palabras salen apenas por encima de un susurro mientras pone el libro en su regazo y extiende una mano hacia el suelo hasta su sombrero, tan cerca y a la vez tan lejos.
Una zapatilla de marca empuja el sombrero en el espacio entre las mesas.
—Vamos, Wanda, ¿no te caemos bien? — Una voz ligera pero masculina se impone sobre el resto, y se ríe. ─Somos tus amigos─. Una mata de pelo largo y negro cae sobre la mesa, dando paso a otra mandíbula fuerte y cuadrada, una sonrisa encantadora y unos ojos marrones muy cerrados.
Wanda aprieta los lados de su libro en su regazo, mirando a la mesa, pero sin hablar.
Antes de que pueda intentar apartarse o levantarse, el resto de la manada desciende. Seis estudiantes más se sientan alrededor de la mesa. Ahora, la rodean cinco chicos y cinco chicas.
Una chica linda y alegre tira del chaleco de Wanda.
—¿Para qué tienes tantos botones? Pareces una nevera─. Se ríe, aplastando la cara hacia arriba, y sus cortos rizos de color rubio blanquecino balanceándose sobre sus mejillas mientras mira alrededor de la mesa.
La chica tira de una insignia roja con unos labios separados en ella.
Wanda aparta su mano.
—Son insignias de mis películas favoritas—. Frota sus dedos sobre el metal brillante.
Nathan le señala con la barbilla.
—Sí, ¿por qué es un par de labios de chica? ¿Te gustan las chicas o algo así? —Se ríe, se lame los labios y le lanza un beso.
La chica alegre le da un manotazo.
—Ew, Nathan. Claro que no─. Cruza la mirada con Wanda. ─ ¿O sí? — Ella le sostiene la mirada, arqueando una ceja.
La voz de Wanda apenas es un susurro.
—No—. Dice, recorriendo con la mirada la mesa mientras todos escogen su comida.
Nathan se ríe.
—¿Por qué estás tan interesada, Burbuja? —Él le sonríe, cortando su mirada — ¿Te interesan? —Se lame los labios, mirándola de arriba abajo.
Una chica asiática menuda, con una melena a capas que se curva en torno a una cara de desprecio, le lanza un poco de lechuga de su ensalada.
—¡Cállate, Nathan! Estoy segura de que Blake le da suficiente coño— Dice cruzando la mirada con el chico de pelo largo y negro. —Es tan bonito que bien podría ser una chica—. Dice, sosteniendola mirada, sonriendo, e inclinándose hacia Hugh.
Blake se aparta el pelo del hombro, se cruza de brazos y la mira fijamente.
La chica asiática resopla, sacudiendo la cabeza.
—Eso demuestra lo que digo.
Blake pone los ojos en blanco.
—Brenda, cariño, por favor, explícale lo satisfecha que estás con nuestra relación. —Extiende una mano hacia Miku.
Brenda se ríe. —Mi asiático supera a todos los asiáticos y me da ese tentáculo toda la noche—. Se inclina hacia él, plantandole un enorme beso por encima de la mesa.
Todo el mundo hace ohs y ughs, se inclinan o se dan la vuelta.
Wanda se aleja, enroscando los dedos en su sudadera negra.
—¿Por qué estáis aquí de todas formas? No somos amigos—.Se encoge en sí misma, tomando medidas meticulosas para no ver la interacción que tiene lugar tan cerca de ella.
Los chicos se ríen, chocando y empujándose unos a otros.
Un chico rubio, grande y corpulento, empuja a Blake contra el chico moreno que está a la derecha de Wanda, haciéndola caer contra el pelirrojo que está a su izquierda.
Wanda se aparta el pelo de la cara, revelando una mancha de color rojo, rosa y púrpura alrededor del ojo derecho y por la mejilla. Sin pensarlo, se coloca el pelo detrás de la oreja, dejando la cara al descubierto mientras busca en el café mesas libres lejos de ellos.
Un tipo bronceado con rizos negros cortos sentado justo enfrente de Wanda, al lado de Nathan, deja caer su tenedor, gruñendo, y mira al otro lado de la sala, a su izquierda.
—¡Uf! ¡Gracias, Jeb! Ahora he perdido el apetito porque la rara se ha descubierto la cara—. Dijo señalando a Wanda.
Wanda devuelve su mirada a la mesa, dejando que su pelo caiga sobre su cara de nuevo.
Una chica de piel oscura sentada al otro lado de la mesa le da un manotazo.
—¡Cállate, Tyler! Maldita sea. No puede evitarlo—. Mira a Wanda y le ofrece una débil sonrisa.
Wanda se limita a mirar la mesa, haciendo que su pelo le cubra más la cara.
Tyler empuja su bandeja hacia delante, se cruza de brazos y mira fijamente a la chica negra.
—Bien, Dorine, si te parece tan bien, ¿por qué pusiste esa cara cuando la miraste hace un momento? ¿Hm? —Sonríe. —Estoy de acuerdo con Wonka. ¿Por qué estamos aquí si ni siquiera nos cae bien? —Pasando la lengua por el interior de su labio inferior, miró alrededor de la mesa.
El chico de piel oscura se ríe, dando un codazo en el hombro de Wanda, haciéndola rehuir, y cruzando la mirada con Tyler.
—Vamos, hombre, no es tan mala—. Se vuelve hacia ella, asomando la barbilla, y sonríe. —¿Verdad, Wonka? —Riéndose, pone un brazo alrededor de la chica asiática, clavándole la mirada ante su sonrisa dulce e inocente.
La chica asiática deja escapar una ligera risa, clavándole los ojos a Wanda.
—Sabes, Hugh, me gusta bastante su desfiguración—. Sonríe. —Le da un aspecto ferozmente japonés—. Vuelve a sonreír. —Deberían convertirla en un cómic—. Extiende una mano, moviéndola con cada palabra. —Shogun del infierno con cara roja—. Vuelve a sonreír, poniendo la mano en su regazo. —Puedo ver su cara pegada en todas partes como el cartel de un asesino de monstruos—. Su sonrisa no vacila al encontrarse con la mirada de Wanda.
Hugh levanta un dedo del hombro de la chica asiática.
—Au, Miku, eso suena malvado—. Se mueve en su asiento, ajustando su brazo en el hombro de ella.
Miku le sonríe.
Jeb se mete en la boca un gigantesco tenedor de espaguetis, dejando que la salsa enrojezca su barba grisácea, y habla con la boca llena.
—¿Vais a venir al partido de esta noche? Es el último del año—. Mastica, dando un manotazo, y mira de un lado a otro entre todos y su comida mientras se lleva otro gigantesco tenedor a la boca.
Una chica de pelo rubio, con un maquillaje impecable, sentada a su lado, curva un poco el labio mientras busca una servilleta.
—Uf, Jeb, límpiate la barba—. Se echa el pelo perfectamente peinado por encima del hombro, pasando sus uñas por su uniforme de animadora. —Será mejor que estéis allí para ayudarme a animar a mi pequeño Jebby—. Dijo pasando sus ojos al otro lado de la mesa. —Va a necesitar todo el ánimo que podamos darle si quiere conseguir esa beca y hacerse profesional—. Ella sonríe, deslizando su mano sobre el muslo de él, y luego frunce el ceño cuando él se vuelve hacia ella.
Por primera vez desde que se sentaron todos, nadie habla durante varios segundos, y entonces Nathan sacude la cabeza.
—No, hombre, tengo algunos peces que pescar, si sabes lo que quiero decir—. Se ríe, mira a la pelirroja y le guiña un ojo.
La pelirroja gruñe, pone los ojos en blanco y se cruza de brazos mientras mira hacia el otro extremo de la mesa.
—En tus sueños, Nathan—. Vuelve a gruñir.
Nathan se ríe.
—Oh, dulce Paulina, ¡sí! La chupas tan bien en mis sueños—. Se ríe de nuevo, chocando los cinco con Jeb al otro lado de la mesa.
La mesa estalla en carcajadas.
Todos, excepto Wanda, que se encoge cada vez más hasta que es capaz de deslizar sus piernas fuera del asiento y separarse de ellos. Recogiendo su sombrero, sale a toda velocidad de la cafetería.
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