Un Estudio Rojo - El Diario Secreto de Jack el Destripador (La Trilogía del Estudio en Rojo Libro 1) - Brian L. Porter
Traducido por Francisco Pintor
Un Estudio Rojo - El Diario Secreto de Jack el Destripador (La Trilogía del Estudio en Rojo Libro 1) - Brian L. Porter
Extracto del libro
Una Revelación
Mi bisabuelo era médico, con inclinación por la psiquiatría, al igual que mi abuelo y mi padre y siempre fue asentado que seguiría en la tradición familiar, ya que, desde la niñez, no quería nada más que seguir los pasos de mis antepasados, para aliviar el sufrimiento de los afligidos, y ayudar aliviar el dolor mental experimentado por esos pobres desgraciados tan a menudo castigados y tan mal entendidos por nuestra sociedad. ¿Mi nombre? Bueno, llamemos me Roberto.
Mi padre, a quien admito idolatrar desde que tengo memoria, murió hace poco más de cuatro meses, una triste tragedia, su vida se apagó en los pocos segundos que le tomó a un conductor ebrio cruzar el carril central de la autopista por la que conducía, y chocar de frente con el BMW de papá. Cuando la ambulancia llegó al lugar del accidente, era demasiado tarde, ¡no había sobrevivientes!
Papá fue enterrado en el cementerio local, junto a mi madre, que falleció hace diez años, y la práctica psiquiátrica privada que había compartido con él durante tanto tiempo se convirtió en mi dominio exclusivo. Como muestra de respeto, tomé la decisión de dejar el nombre de papá en la placa de bronce que adorna el pilar al lado de la puerta principal. No vi ninguna razón para eliminarlo. Una semana después del funeral, me sorprendió recibir una llamada del abogado de papá, diciendo que estaba en posesión de una colección de papeles que mi padre me había legado. Esto fue extraño, ya que creí que el testamento había sido claro, todo compartido por igual entre mi hermano Mark y yo. Yo había recibido la práctica de papá, Mark una suma en efectivo sustancial y equivalente. Mientras conducía hacia la oficina del abogado, me preguntaba qué podía ser tan importante para que papá me lo dejara de manera tan misteriosa.
Mientras me alejaba de la oficina del abogado, me quedé mirando el fajo de papeles fuertemente encuadernado en papel marrón y atado con una cuerda, que ahora residía en el asiento del pasajero. Todo lo que David, el abogado, me pudo decir fue que papá le había entregado los papeles hace muchos años, junto con instrucciones de que me los entregara, solo, una semana después de su funeral. Me dijo que papá había puesto una carta en un sobre sellado que estaría encima del paquete cuando lo abriera. No sabía nada más. Sabiendo que había poco que pudiera hacer hasta llegar a casa, traté de sacar el paquete de mi mente, pero mis ojos seguían desviándose hacia el misterioso bulto, como si un poder invisible lo atrajera inexorablemente. Estaba en un fermento de expectativa cuando llegue al camino de grava de mi elegante casa suburbana, sentí como si papá tuviera algo importante que contarme, desde el más allá, algo que obviamente no había podido compartir conmigo durante su vida.
Mi esposa, Sarah, estuvo fuera durante una semana, quedándose con su hermana Jennifer, que había dado a luz a un hijo cuatro días después del funeral de papá.
Jennifer había estado casada tres años con mi primo Tom, un ingeniero informático brillante, aunque un poco errático, a quien había conocido en una cena en nuestra casa. Sarah se había mostrado reacia a dejarme tan pronto después de la muerte de papá y el funeral, pero insistí en que fuera y estuviera con Jennifer en su momento tan importante y emotivo. Le aseguré que estaría bien, cuando cerré el coche y me dirigí a la puerta principal de nuestra casa, me sentí aliviado de estar solo. De alguna manera, sentí que los papeles que llevaba debajo del brazo estaban reservados solo para mí, y estaba agradecido de poder explorar su contenido en privado. Aún tenía la semana libre, habiendo pagado un suplente para cuidar de la práctica durante mi período de luto, así que los siguientes días eran míos para hacer lo que quería.
Poco sabía que, cuando cerré la pesada puerta de entrada que estaba a punto de entrar en un mundo alejado de mi acogedora existencia suburbana, un mundo que apenas percibí en mis lecciones de historia en la escuela. Estaba por sorprenderme, todas mis concepciones de la verdad y la respetabilidad iban a ser sacudidas hasta la médula, aunque aún no lo sabía.
Rápidamente me puse ropa informal, me serví un whisky grande y me retiré a mi estudio, ansioso por comenzar mi investigación sobre el extraño legado de papá. Después de sentarme cómodamente frente a mi escritorio, tomé un sorbo del líquido dorado de mi vaso, luego, tome un par de tijeras del escritorio, corté tentativamente la cuerda de alrededor del paquete. Efectivamente, como había indicado el abogado, encima de una pila de papeles había un sobre sellado, dirigido a mí, con la inconfundible letra de mi padre. Lo sostuve en mi mano durante un minuto más o menos, luego, cuando miré hacia abajo y vi que mi mano temblaba de anticipación, extendí mi mano izquierda hacia el cortapapeles de plata en forma de espada que Sarah me había comprado para mi último cumpleaños. Con un rápido movimiento, corté la parte superior del sobre, metí la mano y extraje la carta, escrita a mano por mi padre y fechada hace casi veinte años, fue una revelación para mí, mientras leía, seguía sin darme cuenta del verdadero significado de los papeles sueltos que la acompañaban. La carta decía lo siguiente:
A mi hijo más querido, Roberto,
Como mi hijo mayor, y también mi amigo de mayor confianza, te dejo este diario, con las notas adjuntas. Este diario se ha pasado de generación en generación en nuestra familia, siempre al hijo mayor, y ahora, como es obvio, debo estar muerto, ha pasado a ti.
Ten mucho cuidado, hijo mío, con el conocimiento que contiene este diario. Dentro de sus páginas encontrarás la respuesta (al menos, una especie de respuesta) a uno de los grandes misterios en los anales del crimen británico, pero esa respuesta conlleva una responsabilidad.
Hijo mío, puedes sentirte tentado a hacer público lo que estás a punto de descubrir, sentirás que el público merece conocer la conclusión del misterio, pero te advierto, correrás el riesgo de destruir lo que nuestra familia ha defendido a lo largo de cien años de investigación médica y progreso en el campo de la medicina psiquiátrica, pero también la credibilidad misma de nuestra profesión más preciada.
¡Asesinato al más inmundo Roberto! Es de ese crimen más atroz que leerás, como yo leí después de la muerte de tu abuelo, y él también antes que yo. Pero, ¿hay cosas peores que el asesinato en este mundo? ¿Tenemos derecho como médicos a emitir los juicios que los tribunales deberían dictar? Hijo mío, espero que estés listo para lo que estás a punto de aprender, aunque dudo que yo estuviera en su momento. Léelo bien hijo mío, y las notas que lo acompañan, y juzga por ti mismo. Si, como yo, te sientes convenientemente dispuesto, harás también lo que ha hecho siempre nuestra familia, y mantendrás el conocimiento de su contenido en un secreto celosamente guardado, hasta que llegue el momento de transmitirlo a tu propia descendencia. El conocimiento es la cruz que debe llevar la familia, hasta que un día, uno de nosotros se sienta tan dominado por la conciencia o alguna forma de necesidad de absolución, para revelar lo que contiene.
Sé fuerte, hijo mío, si sientes que no puedes pasar la primera página, no vayas más lejos, vuelve a sellar el diario en sus envoltorios y envíalo a una bóveda, déjalo reposar para siempre en la oscuridad, donde quizás por derecho pertenece estar, pero si lees el contenido, prepárate para llevar el conocimiento contigo para siempre, en tu corazón, en tu alma, pero lo peor de todo, en tu mente, una carga de culpa que nunca podrá borrarse.
Eres mi hijo mayor y siempre te he amado mucho. Perdóname por ponerte esta carga,
Con amor,
Tu Padre
Cuando terminé de leer la carta, de repente me di cuenta de que había estado conteniendo la respiración, tal era la tensión que sentía por dentro, respiré profundo y luego suspiré. El temblor en mis manos había aumentado, y alcancé la botella al costado del escritorio y me serví otro grande. De repente, sentí como si todo lo que contenían estos papeles sin abrir delante de mí estaban a punto de cambiar irrevocablemente mi vida, quizás no exteriormente, pero supe antes de ver los documentos que todo lo que contenían estas páginas era de gran importancia. . Si no, ¿por qué mi padre se había tomado tantas molestias para proteger el secreto que contenían? Me tragué el whisky demasiado rápido, el líquido me quemó la garganta y tosí involuntariamente.
Aun no tenía idea de lo que contenían los papeles, aunque las palabras de mi padre me habían dado una sospecha. Incapaz de esperar más, rompí las cintas del diario y ahí estaba, el secreto de la familia, ¡a punto de ser revelado! La primera hoja de papel, encima de las demás, era definitivamente vieja y escrita con la letra típica del siglo XIX.
No había fecha ni domicilio en la parte superior del papel, parecía ser poco más que una serie de notas, no había firma, nada para identificar al escritor.
Leo lo siguiente:
¿Cómo inicio a relatar todo lo que ha sucedido? ¿Alguien creería la increíble historia? ¿Es la verdad? ¿Es realmente el hombre?
El diario podría ser obra de un hombre inteligente, un intento de engañar a quienes la lean, lo conocía muy bien, hablé con él demasiado. ¡Él estaba diciendo la verdad! ¿Qué hay de mi parte en todo esto? ¿Soy cómplice o le hice un favor al mundo con mis acciones? Ahora no molestará más a la gente de Londres. Podría testificar que estaba mal, pero ¿Qué hay de la evidencia? Aparte de los desvaríos de un lunático, lo único que tengo es el diario, y lo tuve mucho tiempo, supe demasiado pronto, pude detener la desgracia, si hubiera hablado antes. Ahora no puedo hablar porque destruiría, mi trabajo y mi familia. ¿Quién entendería que me mantuve en silencio porque pensaba que estaba loco, demasiado loco para creer, sin embargo, su locura era precisamente lo que lo impulsaba, y debería haberle creído? Y cuando creí, era demasiado tarde, no pude hacer más, Dios me ayude, debí haberlo detenido, desde el principio cuando se río y se río y me dijo que nadie lo atraparía. Oh, ¿por qué no le creí entonces?
Después de la muerte de esa pobre niña, Mary Kelly, tenía que hacer algo, y lo hice, pero, sabiendo lo que sé, lo que ya sabía, debí haber actuado antes. Que Dios me perdone; ¡Podría haber detenido a el destripador!
Estaba conteniendo la respiración de nuevo y, mientras exhalaba, mis ojos se movieron a la nota final en la parte inferior de la página, aparentemente escrita tiempo más tarde que el resto de las notas, la mano del escritor menos audaz, como si estuviera temblando mientras escribía estas últimas palabras.
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