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Desplazados - Stephen Drake

Desplazados - Stephen Drake

Traducido por Jorge Alberto Iglesias Jimenez

Desplazados - Stephen Drake

Extracto Del Libro

Murdock estaba tan plenamente consciente que sabia que estaba durmiendo. “Murdock, despierta”. El oyó una voz de contralto, suave y clara llamándole. No podía ubicar la voz, pero era irresistible.

“Kevin Murdock¡, ¡despierta ¡”.

Cuando Murdock empezaba a despertarse, estaba confuso y sus pensamientos parecían lentos. ¿Dónde estaba? El lo intento, pero no pudo abrir los ojos, tenia los parpados quemados. Entonces intento levantar la mano para frotárselos, pero su brazo estaba inesperadamente débil y pesado.

La voz parecía estar en todas partes. El la escuchaba como si estuviera dentro de un capullo. Sin golpeteos ni clics ni zumbidos. Se sentía encerrado en una manta que bloqueaba cualquier sonido extraño. Solo quedaba la voz. Pasados unos segundos, intento levantarse, a pesar de estar ciego y perdido.

Tuvo que realizar varios intentos antes de que pudiera levantarse y mantener el equilibrio. Se toco el pecho y sintió algo suave y pegajoso al tocar su piel. Deslizando la mano hasta el muslo se dio cuenta de que le llegaba hasta las piernas por lo menos.

“Don- “. Tenia la voz ronca. La garganta seca y rasposa. Con gran dificultad, consiguió tragar saliva. ¿Dónde estoy?, ¿Qué esta pasando? Dijo el con la voz ronca, mas para si mismo que para nadie en particular. A el, su voz le sonaba fina y débil.

“A tu derecha tienes un lavabo para lavarte la cara. Le dijo la voz que llenaba toda la habitación.

El llego tambaleándose hasta el lavabo y el agua empezó a salir. Murdock se llevo el agua a la cara con ayuda de las manos y empezó a lavarse la cara y los ojos. Se dio cuenta de que ahora tenia una barba muy larga. El paso los dedos entre los pelos, el cual era muy largo, mas largo del que el solía llevar. Se agarro al lavabo con ambas manos, bajo la cabeza y cerro los ojos tratando de organizar sus pensamientos. Consigo lubricarse la garganta haciendo un cuenco con las manos para poder llevarse el agua a la boca.

“A tu derecha hay una toalla”.

El estiro su mano derecha, localizando la toalla y empezó a secarse la cara. Su visión se fue aclarando lentamente.

“¿Quién eres tu?”. Preguntó Murdock. La voz le parecía ahora demasiado perfecta, demasiado mecánica.

“Mi denominación oficial es Capsula de transporte TP737-1, pero respondo a “nave” o “capsula”.

“¿Eres un ordenador?”.

No, soy un capsula de transporte, “Corrigió la voz”.

“¿Y que diferencia hay?”. No estoy de humor para discutir con un puto ordenador, pensó el.

Tenia el estomago vacío y necesitaba café imperiosamente. “¿Aquí se puede desayunar y tomar un café?”. Preguntó el.

“Cuando estés listo, la comida te estará esperando en el compartimento principal”.

Respondió la nave.

La visión de Murdock se estaba aclarando, y el pudo divisar un pobre compartimiento que parecía una mesa quirúrgica plana, con paneles de cristal colgando de debajo de la colchoneta. Mientras se alejaba del lavabo, este desapareció en la pared, al igual que el toallero una vez que el volvió a dejar la toalla.

El miro hacia abajo y se dio cuenta de que llevaba puesto un mono limpio, pero no tenia ni idea de que material estaría fabricado.

“Puedes encontrar tu ropa bajo el colchón. Pulsa con el pulgar el interruptor que se encuentra en la marco del colchón para abrir el contenedor de almacenamiento”.

Murdock obedeció, y se abrió un cajón justo bajo el colchón. En el, encontró su pantalón y camisa de ante precintados en plástico. Intentó averiguar como se desabrochaba el pijama, pero no pudo, así que se lo arrancó y empezó a vestirse.

Una vez vestido, miro a su alrededor y vio una entrada. Mientras se dirigía hacia ella, oyó un ligero susurro tras el. Cuando de giro la mesa quirúrgica había desaparecido y el compartimento estaba vacío.

A través de la entrada pudo ver una mesa pequeña y se dirigió lentamente hacia esta. Su comida apareció en un pequeño nicho en la pared, que era el dispensador de comida mientras el caminaba lentamente hacia la mesa. Se sentó en la silla, que era muy funcional, aunque incomoda.

El puso un tazón de copos de avena finos y un té algo débil de sabor encima de la mesa. Los copos de avena no tenían la pinta de ser ni substanciales, ni apetitosos, pero Murdock empezó a comer. Mientras comía, una pantalla cobró vida mostrando vistas del exterior mientras una voz masculina hablaba…

“Estas a bordo de una capsula de transporte que ha aterrizado en la superficie de un planeta del que nunca se marchara. Durante el viaje, entre ciento cincuenta años y trescientos cincuenta años has transcurrido en la superficie de nuestro planeta, aunque físicamente solo han transcurrido de dos a tres años para ti. Este capsula de transporte puede o no ser el primero, pero no es el único. Cada cinco años, otro capsula aterrizará en un radio de treinta y dos kilómetros de este. Con cada sucesivo capsula tu población se duplicará por diez.

“Las baterías de este capsula duraran trescientos sesenta y cinco días de veinticuatro horas- un año, como todos vosotros estáis acostumbrados, si tomáis medidas para preservar la energía en el almacenada y los paneles solares se mantienen limpios de polvo.

“No se te ha enviado aquí para morir, si no para sobrevivir, si puedes. Encontraras en los compartimentos accesibles desde el exterior, armas, herramientas y una limitada cantidad de comida.

“Tratar de volver a la tierra es una perdida de tiempo. Tu antiguo planeta ya no existe. Ahora es nuestro planeta. Tu planeta ahora es en el que te encuentras, si es que puedes dominarlo. Fuiste expulsado porque no eres compatible con nuestros requerimientos, pero una parte de tu progenie quizá pueda serlo. Buena suerte”.

La pantalla se oscureció.

Murdock se acababa de terminar su pobre desayuno, que resultó llenar más de lo que parecía, cuando oyó la puerta abrirse. Una mujer joven entró por la puerta con aspecto de demacrada y desorientada. El calculaba que tendría mas o menos su edad, quizás algo más joven. Tenia una buena constitución, tenia el pelo de color marrón claro y llevaba unos pantalones y una camisa de franela.

¿A dónde miras y quien coño eres tu? Pregunto ella con desdén con voz profunda y sensual.

“¿Qué quie…”? Murdock paró para aclararse la garganta. ¿Qué quieres decir? Pregunto el tranquilamente.

“Nunca he visto a nadie vestido así, excepto en las películas antiguas. Pareces salido de una película cutre de Daniel Boone”.

Murdock se puso rígido he intentó ignorar el comentario, Estaba acostumbrado a las reacciones de la gente cuando el llevaba puesta su ropa de piel de ante.

El se levantó de la silla. La mujer se sentó y empezó a comerse su comida. La pantalla de nuevo cobró vida, repitiendo el mensaje que Murdock acababa de oír. El dio un paseo examinando el compartimento, pero no pudo encontrar ni puerta ni ventana alguna que diera al exterior. Anhelaba salir al aire libre.

La pantalla paro y la mujer se levanto, parecía atontada y confusa. Entonces la puerta se abrió de nuevo, esta vez era un hombre de unos cuarenta años vestido con un traje de negocios. El hombre los ignoró, se sentó y comió. De nuevo el mensaje se reprodujo en la pantalla. Para ese momento Murdock ya se había dado cuenta de que se trataba de un mensaje genérico que usarían todos los capsulas.

Después de tres horas de dicha rutina, veinte personas, diez hombres y diez mujeres se apelotonaban en el pequeño compartimento. Murdock empezaba a sentir claustrofobia. Justo entonces un motor se encendió y se abrió una rampa. El olor a aire fresco y limpio del exterior le golpeó de lleno y Murdock lo respiro alegremente.

En el momento en el que se abrió la rampa, Murdock se encontraba tan lejos como se podía encontrar de la salida. Cuando todo el mundo se movió en masa hacia la rampa, su sentimiento de claustrofobia aumento- hasta que sus pies pisaron suelo virgen. Una vez se había librado de los demás el empezó caminar por la base del transporte.

Desde fuera, el capsula parecía mucho mas grande que desde dentro. Su forma plana y ovalada no le sorprendió ya desde dentro se podía intuir la forma de la nave. Mientras caminaba, Murdock tomaba buena nota de los alrededores. El transporte había aterrizado en el medio de un prado de hierba de unos cincuenta metros de ancho y cien de largo, aproximadamente. La tierra parecía fértil y exuberante, y hasta donde llegaba la vista no era pantanosa.

Al menos no era una tierra desértica, pensó. El oyó el agua correr, no muy lejos y abundantes arboles rodeaban el prado. La zona le recordaba al oeste de montana, el norte de Idaho o la cordillera de las cascadas en el estado de Washington. Los arboles consistían en coníferas, arces de roble, álamos y abedules. El se dio cuenta de que todo tenía una forma distinta de la que estaba acostumbrado- un color azulado en la vegetación que debería de ser verde- y ni una pequeña curiosa criatura fue a ver a los recién llegados.

Además. El no oía ningún insecto. Todo lo que podía oír era una suave brisa en los arboles y el agua correr, el se había desentendido del ruido que hacían los otros al hablar o al caminar observando los alrededores.

En su segunda vuelta alrededor del capsula de transporte, encontró el compartimento de almacenamiento y lo abrió. Si quieres que haga algo, hazlo tu mismo, pensó el, no esperes que lo hagan los demás.  Empezó a sacar los objetos, dejándolos en el suelo mientras caían. Nadie se movió para ayudarle.

Mientras el daba vueltas alrededor del capsula, podía oír las conversaciones.

“No me creo nada de esto”. Estaba diciendo una de las mujeres.

“No lo se. Las cosas no son iguales a como yo las recuerdo”. Dijo uno de los hombres.

“Sabes lo caro que es transportar a toda esa gente que nos han dicho, estén aquí o allí? “Creo que es una farsa”. Dijo otro hombre.

“! Creo que nos están observando ¡”, dijo otra mujer chillando con un susurro.

Murdock se reía entre dientes. A el le daba igual si era una farsa o no. El quejarse o montar una teoría de la conspiración retorica era una perdida de tiempo y energía. Lo único que importaba era el aquí y el ahora…y sobrevivir.

A el lo estaban reviviendo como James Whittier, estaba soñando. Su padre, de nuevo, le estaba dando un sermón.

“La mayoría de la gente es vaga, esperan que alguien se haga responsable de sus necesidades, y pensaran que le están dando poder a aquel que les provee. Dijo su padre en su sueño.

El siempre seguía incesantemente, casi siempre, James quería estrangularlo hasta que se callara. Su padre había sido un político de éxito y le había sermoneado constantemente sobre lo que había aprendido, según sus palabras “a las malas”.

“Siempre que la gente piense que tu tienes las respuestas, harán lo que les digas. Continuaba su padre dentro de su cabeza. Pero tan pronto como pierdan la fe en ti. La gente no te dará nada. Se lo tendrás que quitar de las manos, y lo tendrás que hacer de manera que la gente piense que es idea suya o que es en su beneficio. Los políticos tienen que hacer malabarismos usando métodos sutiles y en la mala dirección para que el pueblo les apoye.

El viejo Whittier había muerto cuando James estaba en su segundo año de instituto. El se alegró de ello ya que significaba que estaba libre de los sermones interminables de su padre. En tiempos de estrés, sin embargo, todo lo que podía oír en su cabeza a su padre pontificándole incesantemente.

“La gente quiere que el gobierno les provea de todas sus necesidades y tenga el poder de actuar en su nombre”. Continuo la voz de su padre. “Para tener poder, tienes que ser parte del gobierno, La gente nunca debe saber que el gobierno casi siempre se mete por medio y no para beneficio de la gente.

El padre de James siempre había sido un verdadero discípulo de la religión del gobierno y quería que su hijo fuera su acolito.

Y James había hecho todo lo que había podido para continuar el legado de su padre. La primera vez que a James lo habían pillado haciendo trampas, tenia seis años y lo castigaron, no por hacer trampas, por que lo pillaron.

“Lo que mayoría de personas llaman “verdad”, no es tan objetivo como ellos puedan pensar, de hecho, es muy subjetivo. La voz de dentro de su cabeza continuo. Para un político, “la verdad” es lo que el diga que es. Po lo tanto, ningún político miente. Tales cosas no son mentira; Los hechos fluyen de manera que se pueden interpretar de la manera que mas convenga según las necesidades del momento”.

James había conseguida entrar en una escuela secundaria muy buena gracias al nombre de su padre. Incluso consiguió menciones en dos deportes a los que ni siquiera había jugado nunca. Algunos de los estudiantes decían que le había hecho trampas, o comprado o chantajeado para conseguir que lo aceptaran en la escuela. Estaban en lo cierto, por supuesto, pero James achacó a los celos el que no lo hubieran descubierto antes. Su padre dijo que había conseguido unas cuantas “pequeñas hazañas”, sin deshonrar el buen nombre de la familia.

Cuando supo el nombre de la escuela la que iba a ir, James contrató a unos detectives privados sin que su padre lo supiera. Su trabajo era encontrar indiscreciones del director del colegio, un tal Potiphar Grimsdale. Una vez encontradas, fue a ver a este hombre con las pruebas, de manera que desde que James entró en la oficina para su primera entrevista, ya había sido admitido.

A finales de año Grimsdale le estaba pagando a través de terceras personas para que no desvelara sus indiscreciones. Cuatro años después la cuenta bancaria de James había aumentado considerablemente y el tenia menciones en varios deportes, unas notas muy altas y muchas cartas de recomendacion para los alma-mater de su padre En el colegio James W. Whittier consiguió su diploma sin mucho esfuerzo. La cantidad justa de dinero aquí, presiones allá y antes de darse cuenta se había graduado. Unas pocas semanas después se presento a alcalde de Atenas, Ohio.

Para cuando James W. Whittier III fue nombrado alcalde, daba le proporcionaba mayor placer que otro se plegara a sus deseos. Sabia que sacrificaría a millones de personas para conseguir sus fines. No tenía dudas de que su visión de la realidad era la correcta y que los demás deberían sacrificarse por ella. A el le gustaba ser poderoso y haría cualquier cosa para conseguirlo. Y haría lo necesario para retenerlo.

Después de su resurrección la comida y de oír las instrucciones. Whittier busco al resto de sus compañeros peregrinos. Que pandilla de indeseables, pensó. Mientras se iban uniendo mas a la cola. Whittier hizo una nota mental de un par de ellos como posibles confederados, basado en su tamaño y en su percibidle poca inteligencia. Una idea empezó a gestarse en su cerebro.

Cuando todos salieron de la nave, Whittier consiguió llevar aparte a un hombre mas viejo que se había presentado a si mismo como Burns. “Busca a ver si puedes encontrar uno o dos hombres en los que podamos confiar, le dijo conspirativamente. Burns asintió. “Si nos movemos rápidamente podremos mandar a este grupo. Eso quizá no sea gran cosa, pero creo que comer regularmente es algo”. Le dijo Whittier.

A ver que encuentro. Burns asintió silenciosamente.

“Hazlo discretamente”, Whittier susurró rotundamente. ¿Sabes lo que quiere decir discretamente?, pregunto el con aire de superioridad. Tiene que saber quien es el jefe, pensó.

Burns asintió, y Whittier pudo ver que se le ponía la cara roja por el insulto. El avanzó para mezclarse con el resto de la multitud.

 

 

Cuando el había acabado de vaciar el compartimento de almacenamiento, y después de un breve descanso, empezó a catalogarlo todo mentalmente. El vio varios cuchillos, hachuelas, cabezas de hacha de varios tamaños, alambre de acero, un par de sierras de dos mangos, varios diámetros de distintos tipos de cuerda, cabezas de pala, cabezas de picos, un par de azuelas, y navajas. Además, el encontró cuarenta cantimploras, unas cuantas lonas pesadas de varios tamaños un par de ollas para cocinar y utensilios de comer y cuarenta paquetes de copos de avena.

Cogió un par de machetes y uno de treinta centímetros y otro de cuarenta y cinco con una funda abrochada a su cinturón. También se metió un cuchillo de caza en la bota y una hachuela en el cinturón, en la espalda, cerca de donde acaba la columna. El guardó lo sobrante encima de una lona que había preparado antes. Cuando acabo, doblo el restante de la lona encima del montón Ahora el sabia que era con lo que contaban y lo tenía protegido de la intemperie. Finalmente, el coloco las cantimploras encima de la lona.

Tan pronto como había acabado un hombre vestido con un traje de negocios vino a verle. Murdock pensaba que tendría unos treinta y tantos, de un metro y ochenta y cinco de altura y ochenta y cinco kilos. Su manera de comportarse según Murdock tendía a la pomposidad y por lo tanto, no era de fiar.

“Hiciste un gran trabajo reuniendo los suministros”, dijo el hombre sonriendo indicando la pila bajo la lona. ¿Sabes de que recursos físicos disponemos?

“Hasta cierto punto y a mi manera”. Respondió Murdock de manera cortante y tranquila, “Y tu también lo sabrías si te hubieras sacado el palo ese y me hubieras ayudado.”

“¿De que palo hablas?” pregunto el hombre, ya sin sonreír.

“El que tienes metido en el culo”, replico Murdock lo suficientemente alto para que el hombre lo oyera.

Al hombre se le puso la cara roja y le fulmino con la mirada. Entonces le ofreció la mano y trato de sonreír.

“Soy Whittier”.

Murdock solo miro a la mano, después a la cara del hombre. Sus ojos se estrecharon. “¿Mas blanco que quien?”. Dijo el estoicamente.

“! No ¡Mi nombre es Whittier! James W. Whittier tercero. ¿Y tu eres?

“Murdock”

“¿No tienes nombre de pila o es ese tu nombre de pila?” preguntó Whittier.

“Tengo nombre de pila”. Bromeo Murdock “para los amigos”. Prepotente y además es un trepa. Este no es de fiar, pensó el.

“Estoy seguro de todos somos amigos aquí”. Sentencio Whittier, lo suficientemente algo para que todos los demás pudieran oírlo. El trató de mantener la sonrisa forzada, mientras miraba su mano extendida.

“Eso todavía esta por ver” Respondió Murdock con recelo. Pudo ver que su reticencia a estrechar la mano del hombre lo estaba poniendo nervioso.

Murdock miro a la mano que el hombre le había ofrecido, los dedos tenían hecha la manicura, la mano era carnosa y la piel parecía ser suave, sin ninguna dureza. Este tío estaba acostumbrado a sentarse tras un despacho. Murdock se agachó, cogió varias cantimploras y las colgó en el brazo extendido de Whittier, todas menos dos,

¿Qué se supone que tengo que hacer con esto? Whittier resopló.

“Quizás quieras llenarlas, a no ser que no bebas agua.”

“¿Te crees que voy a llevar el agua?”, estas de broma ¿no? Dijo Whittier con cara de asombro

“No me creo nada, puedes hacer lo quieras, ahora cuando tengas sed te aguantas”. Dijo Murdock caminando hacia la dirección en la que se oía el agua, con dos cantimploras en la mano, No me había recorrido muchos pasos cuando escuchó como las cantimploras golpeaban el suelo. El se rio par si mismo y se dirigió al lago.

Mientras Murdock se dirigía a la dirección de la que la provenía el sonido del agua, el continuó examinando el terreno buscando algún signo de la presencia de animales. También pensó en los comentarios que hicieron sus presuntos compañeros.

El parecía anacrónico con su ropa de ante. Sus botas también eran de ante y le llegaban hasta el muslo. Eran de ante autentico. Su ropa la había fabricado el mismo. Era suave como la mantequilla y llevarla puesta era una delicia, eran una posesión muy preciada para el, se alegraba de tenerla.

El se había fijado en como vestían los otros. Levaban cualquier cosa, desde faldas hasta pantalones vaqueros. Al menos nadie llevaba un esmoquin se rio para si mismo. ¿Por qué los demás iban tan mal equipados para esta aventura? ¿Por qué los que los habían llevado hasta allí no les habían equipado con una ropa mas acorde con el entorno? A los que llevaban pantalón vaquero les iría mejor que a los demás, pero todos lo iban a pasar mal cuando llegara el invierno, el incluido. Y a juzgar por los distintos tipos de arboles que se podían ver, el invierno llegaría.

Basándose en la indolencia de los demás, Murdock pensó que el era el único con conocimientos de silvicultura de todos ellos. Todos los demás tenían pintar de vivir en la ciudad. ¿Tendrá alguno de ellos idea de lo que les espera?

Mientras se acercaba al agua corriente, Murdock busco pistas en el suelo de la presencia de animales con mas detenimiento, lo que indicaría la dirección en la que se encontraba el agua. Justamente dentro de la línea de pequeños arboles que iban a dirección en dirección a esta. Murdock siguió la fila de arboles y encontró un pequeño lago. El lago no tenía mucha anchura, solo un metro o metro y medio hasta el otro lado, pero la menos parecía tener algunos metros de profundidad y el agua no parecía moverse muy rápidamente. En el borde del lago notó que algunos animales lo habían cruzado.

No lejos del sendero, Murdock encontró un charco, formado por el lago fluyendo hacia si mismo. Usó las manos para llevarse un poco de agua a la boca. Aunque el camino había sido fácil. Ya estaba sudando debido a lo débil que se sentía. El bebió hasta saciarse antes de llenar las cantimploras.

Entonces se sentó, observó y escucho. Vio a unos cuantos insectos grandes en la orilla mas tranquila del charco. Mientras observaba, vio como uno desaparecía. “Pescado¡, el se metió en el charco, hizo un cuenco con las manos y las puso entre sus piernas, y se quedó quieto. Un momento después, un pez se acercó, y el lo sacó del charco con un movimiento aterrizando el pez en la orilla del charco.

Después de coger otro pez, camino hacia la orilla y se quedo observándolos.

Eran peces, si, solo que distintos de los que el estaba acostumbrado a ver. Estos peces se parecían a las truchas, pero cada uno tenía un par de aletas extra y la cola era más parecida a la de un delfín que a la de una trucha. Murdock había medio esperado que se levantaran y anduvieran, pero no fue así.

El clavó los dedos en las branquias, cogió las cantimploras y comenzó a regresar hasta el capsula de transporte.

Murdock estaba de buen humor. Esta era su idea del cielo; Aquí el se encontraba en su elemento. En un extremo del prado el pudo ver lo que parecían cebollas y paró el tiempo suficiente para recolectar algunas, Los demás va n venirle suplicando una vez el cocinara estas hermosuras, pensó el, riéndose anticipadamente al pensar como les contestaría con que se las apañaran ellos mismos.

Ellos podrían, deberían, haberle acompañado, pensó Murdock. Aquellos que no querían aprender o esperaban que alguien les hiciera todo el trabajo, no le servían. Mientras caminaba, iba pensando en todo esto, cuando vio unas pocas ramas muertas en el camino y también las cogió. Para cuando volvió al capsula de transporte, había reunido un buen montón.

Mientras Murdock se aproximaba al capsula pudo ver que los demás se habían reunido en un grupo. El escogió un buen sitio para hacer un campamento, lejos de los demás y preparó el pescado para cocinarlo. Mientras olía el pescado cocinándose se podía imaginar como el olor despertaba el hambre de los demás.

Aunque a Murdock le había llevado la mayor parte del día comprobar los suministros, así como conseguir el agua y el pescado, por lo que podía ver, los otros no habían hecho nada. Ahora, de reojo, pudo ver que Whittier se dirigía hacia el. Espero a que el hombre estuviera a seis metros de el.

“Ya te has acercado bastante, Whittier”. Advirtió Murdock sin girarse.

“Ey, amigo, eso huele muy bien. ¿De donde has sacado ese pescado? Pregunto Whittier nerviosamente sin atreverse a acercarse mas.

“Del mismo sitio donde he sacado el agua”. Respondió Murdock sarcásticamente. A fin de cuentas, los peces viven en el agua”.

“Um… ¿Y donde esta eso?

Murdock giró la cabeza para mirar de lado a Whittier. “Bueno, ya ves me encontré estos delicatesen mientras paseaba esta mañana. Whittier se quedó mirándolo fijamente sin ninguna expresión en la cara. Murdock señalo con la cabeza el camino hacia el lago. Por allí

“¿Te importa si te acompaño?”. Preguntó Whittier, después de mirar a la dirección a la que Murdock había señalado.

“Me importa mucho”. Respondió Murdock de manera cortante. “No soy amigo tuyo”. Le dedico una mirada de advertencia.

“Se que antes no empezamos con buen pie”. Whittier sonrió nerviosamente por lo bajini.

“¿Podemos enterrar el hacha de guerra, por decirlo así?”.

Eso depende.

¿De que?

“Oh, ¿Qué habéis hecho mientras yo no estaba? ¿Porque ni tu ni ninguno de los otros me siguió para conseguir agua?”. Me habrían venido bien una mano extra para traer leña.

“Oh, bueno estábamos hablando, organizándonos para tratar de encontrar una manera de salir de aquí.

“¿Y que habéis pensado?”. Pregunto Murdock, genuinamente curioso. ¿Nadie ha prestado atención al video?

“No hemos conseguido encontrar una manera aún. Sin embargo, Nos gustaría invitarte a una pequeña reunión dentro del capsula. Hablar será mas fácil si estamos juntos. “¡Que bien que huele ese pescado ¡”.

Si, ¿Verdad? Respondió Murdock sarcásticamente. Casi podía ver la boca de Whittier salivando. El cogió una de las cantimploras y bebió de ella un buen rato, chasqueando los labios de satisfacción.

“¿Me puedes dar un trago de agua?”

“¿Recuerdas lo que te dije antes?”

“si, lo recuerdo”. Whittier le soltó “Esas siendo maleducado y antipático, solo te pido un trago de agua ¡.

“Vamos a dejar las cosas claras, ¿crees que de alguna manera eres importante, y que todo el mundo esta obligado a apoyarte?, ¿verdad que llevo razón? Si no eres un político,” te has equivocado de profesión ¡. ¿Y los demás? Murdock vio que a Whittier se le ponía la cara roja.

“Pues si. Soy un político de un regional, ya que lo preguntas, todos están bastante sedientos. Todo el tiempo que llevamos hablando hoy hace que se te seque la garganta”.

“Mala suerte que ninguno de ellos tuviera la previsión de seguirme a coger agua.”

“¿Has hecho alguna vez en tu vida algún trabajo manual?”.

“! No¡, solo te he pedido un trago de agua, no me voy a someter a tu inquisición”. Whittier echaba chispas por el enfado.

“Sera mejor que te des cuenta que esta situación no conduce a ninguna dictadura”, Murdock cogió la cantimplora que todavía no había usado y se la pasó a Whittier. “! Eso es todo lo que tu o cualquiera de vosotros vais a sacar de mi.”. ¡

Whittier cogió la cantimplora y se volvió con el resto del grupo.

“Las cosas se van a salir de madre rápidamente”. “Pensó Murdock. El sabia que era inferior en número, pero también sabía que podía ganarles a la mayoría si se llegaba a esa situación. El necesitaría los objetos de debajo de la lona. Aunque el podría sobrevivir sin la mayor parte de ellos, la vida sería mucho mas fácil con ellos, o al menos con acceso a ellos. Iba a necesitar planificación y sutileza, y la sutileza nunca había sido su fuerte.

Mientras comía, Murdock pensó en un plan. El necesitaba encontrar una base de operaciones mas permanente. El empezaría por aparejar algún tipo de paquete para llevar las cosas necesarias para hacer la base mas habitable y fácil de mantener. Sobretodo necesitaba saber si los humanos eran el mayor depredador de este planeta, lo que requería de salir a explorar. Pero antes de que el pudiera hacer eso, tenía que fortificar su fuerza. Un día o dos serían suficientes antes de que pueda empezar a explorar, pensó el.

Después de comer la mitad del primer pez, Murdock estaba lleno. Sin manera de poder impedir que el pez se echara a perder, cogió las sobras y se las llevó a los demás y las ofreció a cualquiera que lo quisiera. Algunos rechazaron comer porque era silvestre, otros se quejaron de que estaba poco hecho. Otros pensaban que estaba muy hecho. Con todo otros pensaban que el pescado tenía demasiados huesos. A pesar de todas las quejas, Murdock se dio cuenta que el pescado desapareció rápidamente.

 

 

Después de su confrontación con Murdock, Whittier estaba muy furioso. El decidió que Murdock representaba un problema para el y para sus planes. Murdock no se conformará con menos que ser el líder de la comunidad y ya me había reservado ese rol para mi. Pensó el.

Mientras pasaba la cantimplora a los demás. Whittier esperó al turno de Burns. “Necesito que tu y el otro me votéis para ser vuestro líder en la reunión. Le dijo a Burns en tono bajo y conspirativo, Burns asintió.

Whittier sonrío al ver que Burns sabia cuando hablar, cuando callarse, y hacer lo que le ordenaban.

La reunión transcurrió como Murdock esperaba. Todos menos Murdock se reunieron en la habitación común del capsula de transporte y, como si no hubiera espacio suficiente Murdock prefirió quedarse en la rampa. Ahí había menos gente y además podía enterarse de todo lo que estaban hablando. Bastantes de las voces de los desplazados se quejaron por la falta de instalaciones y agua potable y otros expresaron su preocupación por su dieta. Murdock se rió y pensó que los copos de avena les parecería muy pronto blandos e insípidos.

“creo que primero que todo deberíamos de votar el liderazgo de la colonia”. Chillo Whittier sobre el estrépito de los demás que estaban hablando todos al mismo tiempo.

“! Necesitamos tener un orden y un líder lo traerá ¡”.

“! Voto por el señor Whittier ¡”. Gritó alguien desde el fondo de la habitación.

“Yo lo secundo”. Dijo alguien mas. Murdock sonreía mientras agitaba la cabeza.! Podías disimular un poco mas Whittier ¡.

Ha habido una nominación y ha sido secundada. Los que estén a favor que digan “Si”. Dijo Whittier la parte delantera de la habitación.

“! Si ¡”, dijo una fuerte voz.

“¿En contra?”

“! No ¡”, en voz baja.

“La presidencia dice que han ganado los “Síes”. La primera orden ejecutiva es establecer comités para algunas de las necesidades básicas de la colonia.”.

Murdock camino disgustado. El siempre ha conocido a los políticos y sus maneras de conseguir el poder. Si necesitas un retrete, empiezas haciendo un agujero en el suelo, no formas un comité, el pensó mientras volvía a su campamento. Mientras tanto el podía oír a Whittier contando votos y no pudo evitar preguntarse que estafa estaba tramando el político.

Cualquiera que fuera Whittier iba a ser el principal beneficiario.

Un Último Deseo (Serie Razor Libro 1) - Henry Roi

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